LAS 10 MOTOS DE MARTIN SCHWARTZ

Aprendí a manejar con la misma moto que aprendió a manejar mi viejo, una Honda Corvex 1980, 50 cc, con pedales. La tenemos en casa bien guardadita. Mi viejo mide 2,05 metros y la iba a buscar a mi vieja cuando salían con esa moto. Además, la llevaba a Punta del Este y subía Punta Ballena pedaleando a más no poder con el acelerador a fondo (risas).

La primera moto que me compré fue una KTM 390. La verdad es que me encantó, pero tengo que reconocer que el modelo nuevo de la 390 es una moto impresionantemente ágil y versátil, fácil de manejar y sobrada de potencia para alguien que quiera comprarse su primera moto y tenerla un buen rato. Me parece una muy buena opción, ya que todo lo bueno que tenía la 390 original fue superado por la nueva versión.

La moto con la que viajo y en la que paso más horas arriba es la KTM 1090 R, que tiene un perfil más de enduro. La uso para pasear los fines de semana, cuando tengo que agarrar la ruta y también durante mis vacaciones.

Para ir y volver a la oficina uso la Vespa. Tengo una Primavera, pero no la consideraría como mi moto; en su lugar pondría la 300, que estoy esperando para sacarla del puerto. La Primavera (de 150 cc) es una linda moto, muy italiana, que pareciera ser eléctrica porque no se siente el motor.

Al pensar qué moto me gustaría tener en el garage, tengo que admitir que en el último tiempo me estuvo seduciendo la Aprilia RSV4 de carrera. Si bien admito que este segmento “de pista” no lo tengo muy explorado, la verdad es que al ver esta moto te das cuenta que es una obra de arte impresionante. Es una moto para entrar al garage y mirarla cada vez que pasás por ahí.

Me gustan mucho las MV Agusta antiguas. Me volvió loco la que ganó el premio en Autoclásica el año pasado, una de 1956. Siempre me pareció muy atractiva la marca MV Agusta, tiene como un charm muy especial. Recuerdo haber visto algunas en California, en el café de Deus, que sencillamente me encantaron.

La Adventure 990 fue la primera moto que hizo que pongamos nuestra atención en esta marca. Nos volvió locos a mí, a mi hermano, a mi viejo… y fue la primera KTM que tuvimos. Veníamos de traer los cuatriciclos Can-Am, pero esa fue la moto por la cual nos metimos en el negocio de las dos ruedas, y es por eso que tiene un valor muy especial para mí.

Vespa 150 de 1965, que es también el año en que nació mi viejo. Cuando cumplió 50 años con mi hermano nos pusimos a buscar en Mercadolibre y encontramos una que estaba impecablemente restaurada en las afueras de Rosario; nos fuimos con la camioneta a buscarla, la compramos y se la regalamos para su cumpleaños! De hecho, al día de hoy la tiene guardada adentro en su despacho en la oficina. El último que la usó fue mi hermano en el Gentleman’s Ride de 2017.

Mi tío tuvo una Honda CV 1000 de pista, un tremendo fierro. Siempre fue una moto que teníamos bien arriba, muy aspiracional cuando éramos chicos; aunque después a Honda lo empezamos a ver medio como enemigo. (risas)

Caminando por Europa vi una Royal Enfield Classic 500, una moto que me llamó la atención y que me despertó el interés para decir: “che, ¿por qué esto no está en la Argentina?”. Después resultó que sí había estado, pero fue hasta que llegó (Guillermo) Moreno. Pero, aunque en el medio pasaron un montón de cosas, finalmente la pudimos traer. Siento que fuimos un poco afortunados, y que vimos el momento oportuno de crecimiento de Royal Enfield (fabrican un millón de motos al año). No me cabe ninguna duda de que se va a convertir en uno de los grandes jugadores mundiales en el segmento de dos ruedas.

Voy todos los años al Salón de la moto en Milán. Este año vi la Suzuki Katana y me pareció espectacular, una moto muy aspiracional. Si hay una moto que me gustaría tener como parte de nuestro portfolio de productos, sería esa.