Crónica Royal Enfield

Crónica Royal Enfield

No es ninguna novedad que las “Cafe Racer” están de moda. Para los que no están tan familiarizados con la terminología motociclística, se trata de motos de los años 50, que ahora se están recreando en clave retro. Cuenta la leyenda que el nombre viene de las carreras que los jóvenes británicos corrían de “café a cafe”. En realidad eran paradores ruteros donde se servía café, comida y té, que estaban abiertos en la mayoría de las ocasiones durante toda la noche. En aquella época –plena posguerra– comprarse un auto era casi imposible y las motos de alta cilindrada prácticamente no existían, así que las travesías se hacían con motos chicas, customizadas para que sean lo más rápidas y divertidas posible. Afortunadamente para ellos, en Inglaterra existían multitud de fabricantes de motocicletas como Norton, BSA, Triumph, Royal Enfield, Vincent, Ariel y Matchless.

En definitiva, las Cafe Racer no eran más que motos normales, “mejoradas” por sus propietarios para optimizar sus prestaciones y su manejo. Esas transformaciones se centraban en lo deportivo, pero se solían olvidar aspectos como la comodidad. De esta manera se instalaban manillares de competición (estrechos y planos o incluso semi-manillares más deportivos aún) depósitos de mayor capacidad, asientos individuales y estriberas retrasadas para adaptar la posición del piloto y hacerla lo más aerodinámica posible. Todo lo demás se consideraba superfluo y por tanto se eliminaba de la moto sin contemplaciones.

Si hay una marca en el mundo que está explotando la gran aceptación que las motos retro tienen en el mercado, esa es Royal Enfield. No por nada es el fabricante de motocicletas más antiguo en producción continua, ya que hizo su primera motocicleta en 1901. De hecho el origen de la empresa se remonta a 1851 cuando era conocida como Enfield Manufacturing Co. Ltd. Para 1893 sus fundadores, Albert Eadie y Robert Walker Smith decidieron cambiar el nombre de la firma por Royal Enfield. Desde 1955 empezaron a producir el modelos Bullet en la India, donde la empresa se asentó y desde allí se fue perfilando por su masividad como uno de los grandes jugadores a nivel mundial.

La característica más distintiva de las Royal es que mantienen un aspecto muy clásico, como si fuesen motos del pasado (por más que vayan incorporando cada vez más tecnología). No iba a pasar mucho tiempo entonces hasta que sacaran su propio modelo cafe racer. Y lo hicieron con tanta confianza que lugar de una fueron dos, ambas de 650 cc: la Interceptor y la Continental. Las “Twins”, para los amigos.

Las dos están inspiradas en las legendarias bicilíndricas en paralelo que Royal Enfield fabricó desde principios hasta fines de la década de 1960. Son las primeras motos de dos cilindros de Royal Enfield desde 1970, y fueron desarrolladas conjuntamente entre ingenieros indios y el centro técnico de vanguardia ubicado en Bruntingthorpe, Reino Unido.

La Continental GT 650 es la que más se apega al estilo cafe racer deportiva. Para empezar, viene con un asiento individual (opcional), y su aspecto “racing” se deja ver en cada detalle, desde el manillar, el diseño del tanque y los escapes.

La Interceptor 650 es un poco más convencional, y podría calificarse como una roadster. Su toque distintivo es un tanque de combustible con forma de lágrima, con unos rebajes en los laterales para poder acomodar las rodillas logrando que el piloto pueda ubicarse abrazando el tanque.

Las dos motos se presentaron en un gran evento en California en el 2018 y generaron mucha expectativa a nivel mundial. Para mí fue un lanzamiento muy especial, y no por buenas razones. Estaba invitado a ir, pero justo unos días antes tuve un insólito accidente doméstico: jugando al básquet con mi hijo de 11, hice un mal movimiento y terminé con con el platillo tibial fracturado, operación y dos meses con la pierna inmovilizada (más un par más sin poder andar en moto). Fue una gran desilusión porque era mi primer viaje internacional desde que se estoy en el proyecto Miura –como editor de arte y editor de motos–, y realmente tenía mucha expectativa por probar ambas motos. Así que para tuve que esperar a que lleguen a la Argentina.

Y la ocasión por supuesto se dio.

Como la idea era probar y fotografiar las dos motos en simultáneo, no tuve mejor idea que convocar a un experto en motos onderas de este tipo.

—¿Qué te parece recorrer algunos cafés de Buenos Aires como corresponde hacerlo con estas mellizas, Oso? La idea es pasarla bien mientras saco unas fotos y damos unas vueltas por la ciudad.
La respuesta del Oso Marsán –nada menos que el organizador del Distinguished Gentleman’s Ride de Buenos Aires– fue un “¡Sí, ovio!” inmediato. Así que al fin tendría la posibilidad de probar las dos motos, en simultáneo y junto al Oso.

La jornada comenzó bien temprano por la Playa de Vicente Lopez.

Mi primera impresión en vivo fue muy clara, ya que ni bien las vi llegué a un veredicto estético inmediato. La Continental GT, con su agresiva línea y un claro ADN cafe racer me sedujo por su aspecto. Claramente es una moto que representa a la perfección el fin para el cual fue diseñada y eso se hace notar. La Interceptor es un poco más conservadora y clásica, y tiene unas líneas más típicas de una moto de paseo o una scrambler de mediados de siglo XX. No me pareció tan sexy como la Continental.

Por eso, a la hora de elegir con cual arrancar, me subí a la Interceptor, como quien deja la parte más rica del postre para el final.

Junto al Río hicimos las primeras observaciones y pudimos retratarnos con unas buenas selfies. Entre controles policiales (después de pedir la documentación, los oficiales nos preguntaron durante 20 minutos sobre la moto y su belleza vintage) debatimos sobre las primeras sensaciones de manejo con estas particulares motos indias.

Tengo que reconocer que la Interceptor me sorprendió. De entrada me calzo justo como si hubieran elegido un MoCap de usuario “tipo” con mi tamaño. La posición de brazos, lo mullido del asiento, la distancia al piso y la ciclística manejable con mis rodillas abrazando el tanque en forma de lágrima hicieron que llevar la moto fuese algo tan simple como llevar una bicicleta. Me permitía manejar y fotografiar de una forma muy fluida. Por primera vez, Royal Enfield ofrece una caja de 6 marchas en sus modelos, acompañado de un embrague anti rebote, que le da a la moto un funcionamiento mucho más suave de lo que su apariencia indica (¡y muchísimo más suave que los otros modelos de la marca que probé!). Descubrí que la Interceptor es ideal para mí. Creo que la forma dócil y su caja súper amigable hacen que manejar sacando fotos sea un juego de niños (con registro A3). Entre 2da y 3ra comprobé que el motor es súper elástico, haciendo el paseo citadino un verdadero placer. Además, el cambio entre 2da y 3ra lo podía hacer sin apretar el embrague llegando a las revoluciones justas, así que mi mano izquierda tenía la cámara fotográfica siempre a tiro.

Rumbo a la metrópolis porteña hicimos un par de cambios de motos para sentir las diferencias “al instante”, mientras que en los semáforos íbamos comentando nuestras sensaciones en tiempo real.

Estoy seguro que para recorrer la playa de Vicente Lopez observando el amanecer y con la cámara de fotos en mi mano izquierda, la Interceptor 650 es la mejor opción. Su asiento y manillar están diseñados a la perfección para llevar un semblante erguido y confortable. En cambio la Continental GT le transmite al cuerpo y a la mente una urgencia para meterse en la Panamericana al instante. Es una moto que automáticamente pide agazaparse en busca de más velocidad. Te sentís picante con una postura más racer, descargando tu peso sobre tus muñecas y haciendo buena pinza con tus rodillas por debajo del tanque de nafta. Eso sí, era muy difícil sacar una mano del manillar para sacar fotos, ya que mi cuerpo estaba inclinado sobre mis muñecas constantemente para mantener el equilibrio. Eso me obligaba a dejar la cámara en mi espalda, darle gas y simplemente disfrutar de mi día.

Por suerte esta vez me tocaba dirigir a mí, así que podía elegir el momento del cambio y la dirección de la ruta a seguir. Recorrimos todo el corredor norte hasta entrar en el caos citadino por el puerto. Mientras yo fotografiaba desde mi moto observaba al Oso disfrutar el aquí y ahora, en un día totalmente fuera de la rutina. Estaba como un nene esperando el turno de una nueva pista del juego.

Nos detuvimos a tomar un café en plena Plaza de Mayo, con el Cabildo, enfrente. ¿Qué lugar más porteño puede haber? Nos sentamos afuera del café y pudimos dejar nuestras motos sobre la vereda para seguir viéndolas mientras charlábamos y hacíamos un balance de la jornada. Era sorprendente ver a algunas personas chocarse entre sí por que se distraían viendo las dos motos casi “expuestas” frente al café.

Al final de la larga jornada, en lugar de resolverse, la duda persistía: ¿cómo decidirse por alguna de las dos?

Algo me queda claro: nadie puede negar que ambas motos son muy llamativas y que Royal Enfield sabe mucho acerca del promedio del gusto a nivel global.

Sin dudas la Continental me resulta más atractiva para mirar, pero la Interceptor me resultó mucho mas amigable en cuanto a posición de manejo y confort. Gracias a ella fue posible documentar el día junto al Oso con varias de las fotos que ilustran esta nota.

Qué difícil elegir…

—Mozo, traiga otras macitas por favor, que con estos dos cafés ya estamos muy bien.

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