Para cualquier moto de este nivel de capricho, el precio que hay que pagar es alto. En el caso de la Triumph Bobber para el mercado local, es incluso un poco más que su conocida archirrival americana. No es otra cosa que un chiche, una máquina pura y exclusivamente recreativa. Además, por su poca versatilidad, es una moto que no puede ser la única en un garage.