Hay tres versiones disponibles, cuyos precios van desde los $404,900 a los $508,900 pesos. Esto la ubica en la cúspide de su segmento, sin tener en cuenta a la Jeep Renegade ($742,170), Honda HR-V ($569,400) y Suzuki New Vitara ($709,300) que se desmarcan del resto argumentando –desde las marcas– una propuesta diferencial. Se mide más de cerca con Ford EcoSport ($510,000), Renault Captur ($474,000) y Peugeot 2008 ($481,500). Lo cierto es que esta Tracker no es barata, pero ofrece un rango de posibilidades amplio y tiene muchos argumentos racionales que justifican su precio. El equipamiento de confort es muy completo (faltaría climatizador automático) y la calidad percibida de materiales y de ensamblado está levemente por encima de sus rivales más directos. La dotación de seguridad es muy completa y superior a la de sus rivales, incluyendo los más costosos. Pero es cierto que la marca no invirtió dinero en modernizar su impulsor, que acusa el paso del tiempo y cuyos consumos no son contenidos, necesitando 11,5 l para recorrer 100 km en ciudad y 7,7 l para cubrir esa distancia en ruta; tampoco ofrece Start&Stop para intentar mitigar la situación. Respecto del servicio posventa, Chevrolet propone services cada 10,000 km, cuyos precios están publicados en su página web en pos de la transparencia; como referencia, el primer service cuesta $4,870 pesos y el de los 60,000 km sale $6,220 pesos. En cuanto a la posventa, no se hallan cuestiones relevantes que compliquen el proceso; es un producto muy vendido y aceptado por el público en general, que mantendrá el valor de manera similar a la de sus competidores generalistas.
Consejo: Tracker ofrece varias versiones para intentar ajustarse a diversos presupuestos, aunque no es una opción de por sí barata. Pero su amplia dotación de equipamiento justifica –con creces– su precio, y tanto los costos de mantenimiento como la reventa son razonables. La concesión que hizo la marca para alcanzar esta propuesta tan competitiva fue mantener el impulsor anterior.