El Camaro es uno de los vehículos más impresionantes y emocionantes que están a la venta en el mercado argentino. El descomunal y embriagante sonido que emite el poderoso V8 de 6,2 l es capaz de erizar la piel del conductor –y de todas las personas que están a su alrededor– con solo presionar el botón de encendido. Es algo así como el gruñido de una bestia salvaje que se despierta para salir de cacería. Sus impresionantes 461 CV de potencia y sus insanos 617 Nm de torque dan cuenta de todo el poder que dispone este vehículo, que está acompañado por una sinfonía gutural que invita a provocar a la bestia en todo momento. Cuando el motor gira a 3.000 RPM empieza a hipnotizar a su conductor, pidiéndole que hunda el pie en el acelerador y así llegar en un santiamén a un régimen cercano a las 7.000 RPM, una especie de éxtasis instantáneo. Pero hay que tener cuidado, porque estamos en presencia de una bestia salvaje, dominada parcialmente por la electrónica, pero salvaje al fin. Es que los 4,2 segundos que demora para acelerar de 0 a 100 km/h, los 16,4 segundos para alcanzar 210 km/h y los 12,3 para completar el cuarto de milla grafican la seriedad del asunto. Si se tiene la valentía de desconectar el control de tracción y de estabilidad en un lugar seguro, aislado de la vía pública, se puede comprobar que no hace falta pisar demasiado el acelerador para que el vehículo comience a patinar, en una frenética demostración de fuerza bruta. Dispone de cuatro modos de conducción: Viaje, Sport, Pista y Nieve/Hielo; varían la entrega de la potencia y el tacto de la dirección. El ESP se puede desconectar mediante una tecla ubicada arriba del selector de modos de conducción, pero hay que pensarlo dos veces antes de hacerlo. La caja de ocho marcas es brillante, ya que pasa las marchas con una velocidad asombrosa y es capaz de llevar dormido al motor en ruta cuando se está crucereando, en pos de bajar el consumo. Resulta paradójico, pero viajando a 130 km/h el motor del Camaro se escucha menos que los pequeños impulsores de los autos populares, que no suelen estar brillantemente insonorizados. Las marchas se pueden comandar mediante unas levas –de plástico– ubicadas detrás del volante, como así también desde la selectora. En el tablero encontramos dos relojes de agujas y una pantalla llena de información que acentúa la experiencia dinámica: medidor de fuerza G, cronómetro, presión de aceite, temperatura de aceite, líquido de transmisión y neumáticos. La tenida del vehículo es por supuesto muy buena y se destaca la suspensión trasera independiente, aunque la tracción trasera puede suponer desafíos para mantener la trayectoria debido a la potencia del motor. Los frenos de alta performance Brembo son impresionantes y le brindan un poder de frenado soberbio, que supera ampliamente al de su competidor más directo y lo pone de igual a igual con vehículos alemanes que cuestan mucho más. En síntesis, el Camaro es un vehículo extremadamente rápido, que además frena y dobla muy bien; pero se distingue por ser uno de los más emocionantes y gratificantes de conducir, más allá de lo que digan los números.
Consejo: Si querés tener uno de los autos más rápidos, ruidosos, estremecedores, emocionantes y con un heritage legendario, el Camaro debería ser tu opción predilecta. Acelera, frena y dobla de manera ejemplar, pero su principal diferencial es el sonido embriagador del V8 de 6,2 l, que sin dudas te acelerará el corazón.