Lo mínimo que se espera de un Alfa es que sea divertido de manejar, y la Giulia lo cumple con creces. Claro que yendo de menor a mayor: desde los “civilizados” 200 CV de la versión “base”, hasta los salvajes 510 de la versión Quadrifoglio. En el punto medio está la Veloce (270 CV), que fue la que tuvimos oportunidad de probar. Desde la posición de manejo, el botón de arranque y las enormes levas para pasar los cambios, se empieza a notar el cuore sportivo del auto. Pero puesto en movimiento es cuando lo confirma, fundamentalmente en el modo “D” del sistema DNA. La tracción trasera se siente genial, la dirección es deliciosamente directa y las suspensiones son todo lo firmes que se necesitan para que el auto doble en forma impecable. Los números de aceleración, recuperación y frenado respaldan lo anterior. Sin tener que llegar al extremo de la Quadrifoglio (que ya es de otra categoría), puede decirse sin dejo de dudas que la Giulia está a la altura de sus mejores competidores en cuanto a performance y diversión.