México

México

Una nómina de jugadores de baja estatura, pero con un corazón más grande que el Chapulín Colorado: no se les ocurra subestimarlos.

NO CONTABAN CON MI ASTUCIA. Cuando me convocaron para dirigir interinamente la selección mexicana no dudé ni un segundo. Ante todo, debo confesar mi cariño por esta tierra de grandes personajes que marcaron mi infancia. ¡Cuántas siestas maratónicas con las aventuras del Chavo del Ocho, las geniales películas de “Cantinflas” o el programa de entretenimientos “En familia con Chabelo”. También miraba “Carrusel de niños”, porque estaba enamorado de María Joaquina…

Si, ya sé, se me cayó una sota. Pero ahorita estamos para platicar de balompié mis cuates, y quiero convidarlos a echar porras por este “team” de entusiastas que tratará ganarse la simpatía del resto del continente.

En líneas generales, tengo una nómina de jugadores de baja estatura, pero con un corazón más grande que el Chapulín Colorado: no se les ocurra subestimarlos porque, además, pueden resultar más ardiente que un trago de tequila, o tan picantes como un taco con chile en algún carrito del D.F.

El arco estará tapiado con la pirámide de Chichen Itza (Honda CR-V), templo sagrado que además estará custodiado por cuatro guerreros con aptitudes totalmente antagónicas pero racionales. Nissan Micra y Volkswagen Polo por las bandas, con mucha movilidad. Para conformar la dupla central encontré altura con el Toyota Camry y sacrificio y potencia con la Toyota Tacoma, la hermana mayor de nuestra conocidísima Hilux.

No quiero poner excusas de antemano, pero no tuve mucho tiempo de practicar sofisticados sistemas defensivos porque me llamaron a días del mundial para calzarme la chaqueta de Coach. Por eso me incliné por jugar con tres volantes, uno con rasgos más defensivos, el Hyundai Tucson que estará en el círculo central oficiando de bloqueo, aunque con convicción de ir para adelante como un turbo naftero con la eficacia de un rendidor Diesel. Estará acompañado en los laterales por dos jugadores muy globales y polivalentes: Elantra y Kicks.

Los mencionados contratiempos me obligaron deliberar una impronta que poco tiene que ver con el fútbol mexicano, pero no por eso alejada de sus aptitudes ofensivas. El manto sagrado (la 10 que usó Cuauhtémoc Blanco) y cinta de capitán serán patrimonio del Volkswagen Jetta (alias Vento), un jugador de toda la cancha que, con su sobriedad, calidad y prestancia, siempre resultó jugador aspiracional para muchos equipos. Lo dejo libre, suelto, atento a asistir a los de arriba o dispuesto a chutar desde lejos para sorprender a cualquier guardameta: qué lástima que no va al mundial este muchacho Loris Karius…

Mi nueve de área no podría ser otro que el Ford Fusion: acá lo conocemos como Mondeo, por su paso por el mercado local de pases. Buen porte y mucha presencia en la zona prometida, para romper redes con sus 240 CV y un corazón EcoBoost que promete desgastar a cualquier defensa. El inmejorable socio de mi Hugo Sánchez será un zurdo lírico y desfachatado como pocos, un “distinto”: el Volkswagen Beetle.

Que la virgencita de Guadalupe nos ilumine. ¡Viva México cabrones! / AC

COMENTARIOS