¿Qué es? El (esperado) primer producto 100% eléctrico de Mazda, que se presenta en un formato similar al del CX-30.
Target: Demostrar que Mazda –más allá de seguir apostando a la propulsión convencional con motores de mucha tecnología–, también está recorriendo un camino a la electrificación.
¿Qué hay de nuevo? Tiene 143 CV de potencia y una autonomía de 200 km (algo limitada) según ciclo WLTP. Cuenta con un generador de sonido para el habitáculo pensado para ayudar al conductor a reconocer cuánto esfuerzo está realizando el motor y de esta manera tener un control más preciso sobre la velocidad a la que circula; oficia como una especie de amplificador del sonido del motor eléctrico. Estrena una evolución del sistema de Vectoring Control y se sumará una versión equipada con un pequeño motor rotativo únicamente destinado a recargar las baterías.
Primera impresión: Controversial. Ni genera un nuevo lenguaje “eléctrico” ni tiene la delicadeza y el sex appeal de los últimos modelos de la marca. Ni las referencias al Mazda Luce R130 Coupé de 1969 (diseñado por Giugiaro) alcanzan a paliar la sensación de «ni chicha ni limonada».
¿Llegará a la Argentina? No.