Maserati MC20: Crónica de un Rinascimento

Maserati MC20: Crónica de un Rinascimento

Para muchos, como yo, Maserati fue, es y será la marca que puso los fierros para que un hombre en estado de gracia concrete lo que ningún otro había logrado arriba de un automóvil de carreras.

No importa cuánto tiempo haya pasado. Tampoco que ya no participe en la Fórmula Uno. La 250F y Juan Manuel Fangio. 1957.

Aquella máquina fue la herramienta encendida con la que el Quíntuple conquistó Nürburgring. Aquel 4 de agosto manejó como nunca nadie lo había hecho. Manejó –lo dijo apenas bajarse del auto– como nunca más lo volvería a hacer.

Recreé tantas veces en mi imaginación esa cacería de dos Ferraris, que de vez en cuando me gusta volver a leer los datos fríos de la hazaña, los tiempos de vuelta, esas cifras imposibles. Juego a amoldar mi recuerdo inventado, lo ajusto un poco más a la realidad.

Hay demasiado escrito para tratar de ser originales: ese día cambió lo que un ser humano podía hacer arriba de una máquina. Y esa máquina llevaba un Tridente.

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¡Signore! ¡Mascherina per favore! Hace más de un año que dejé Buenos Aires para vivir en Alemania; el mismo tiempo que nadie me gritaba así. Llegar a Italia es como hacerlo a casa. A veces olvido que este es un mundo nuevo, el mundo Covid-19. Y como todo planeta tiene sus reglas: barbijo (mascherina), distancia social y alcohol en gel. Repetir hasta el infinito.

La “nueva normalidad” tras el pico de la pandemia en Europa hizo que al menos en Alemania e Italia las actividades estén en marcha. Por eso un evento de Maserati, por eso la posibilidad de viajar sin restricciones desde Berlín hasta Módena.

Tren en Hauptbahnhof, la estación central de la capital alemana, y a acostumbrarse a las nuevas rutinas: mirar las rayitas del piso para saber dónde pararse, ensayar disculpas por –instintivamente– querer hablarle a los empleados por el costado del acrílico protector. No es de irresponsable, lo juro, es que si hay algo más difícil que el alemán es que te lo hablen con barbijo.

Después de catorce meses de hacerme entender en Alemania sin dominar el alemán (mala mía), lo que más me sorprende al pisar Italia es cómo esta gente mueve las manos mientras se expresa; esos gestos los conozco, hablamos el mismo idioma aunque no lo hagamos.

De todas formas, barbijo mata hacer sociales. Resumiendo, el único momento en el que uno se lo puede quitar es al sentarse a comer. Pero tranquilos, no me voy a quejar de poder estar yendo a ver el último súper deportivo de una marca de leyenda.

Solo voy a contar que, unos días antes del evento, ante un enredo de compromisos decidí pasar una noche en el aeropuerto de Bérgamo (Italia). Éramos unas veinticinco personas en esa situación, y todo venía bien hasta que a la una de la mañana nos avisaron que ¡cerraba el aeropuerto hasta las cuatro para su desinfección!

Esa no te la esperabas, pasajero frecuente.

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“El MC20 no es un simple ejercicio de diseño. Es la máxima expresión de la tecnología que aplicaremos a futuro. Y lo extraño es que el futuro no es en diez años, es hoy”, sostiene Federico Landini, el padre del proyecto MC20. Detrás suyo resplandece el supercar que fue develado minutos atrás.El responsable de devolver a Maserati a las grandes ligas.

Tiene motor central (entre el habitáculo y el eje trasero), y la aerodinámica y el chasis de fibra de carbono lo trabajaron junto al reconocido constructor italiano Dallara. Incluso la estructura del auto ya contempla una versión 100% eléctrica para 2022, además de una descapotable.

Su nombre, MC20, significa “Maserati Corse 2020”, la declaración de intenciones de la marca para volver a la competición con este vehículo. En la calle, mientras tanto, luchará en ese selecto club cuyos miembros son Ferrari, Porsche, Lamborghini y McLaren, entre otros. Pero además, es la piedra fundacional de lo que en la compañía denominan “una nueva era”.

Por eso Maserati se embarcó en algo que no hacía hace más de veinte años: construir su propio motor. Bautizado Nettuno, por Neptuno, la figura de la mitología que sostiene el famoso tridente, es un V6 3.0 biturbo de 630 CV a 7.500 RPM y 730 Nm de torque máximo entre 3.000 y 5.500 vueltas. Una mecánica que decantará a los futuros modelos de la marca.

Maserati asegura que este motor no deriva del de origen Ferrari que equipa a otros de sus modelos. De hecho, el diámetro por carrera de los cilindros es diferente, y estrena un sistema inspirado en la Fórmula Uno llamado MTC (Maserati Twin Combustion). Recurre a una precámara de combustión, dos bujías y dos inyectores por cilindro (uno inyecta en el colector de admisión y el otro en la cámara principal).

El tecnicismo vale la pena: en este motor la mezcla aire-nafta se enciende en la precámara de combustión, y de allí se dirige a la cámara principal en un proceso que según la marca genera una combustión de múltiples frentes, mayor turbulencia y una mayor eficiencia ante la exigencia.
Lubricado por cárter seco –una solución reservada a grandes deportivos–, aseguran que es el motor seis cilindros más potente del mundo. Para desarrollarlo Maserati inauguró en 2015 el Engine Hub, un centro de investigación instalado en la histórica planta de Viale Ciro Menotti, en Módena, justamente donde se fabrica el MC20.

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Si esto fuera un capítulo de Te lo resumo así nomás, diría algo así: “Había una marca de autos que había sido grande, en algún momento perdió esa épica y la quiere recuperar”.
Maserati es una automotriz cuyos orígenes inspiran respeto. Su ADN lleva impreso el fuego sagrado de grandes pilotos y triunfos en Fórmula Uno. No hay tantas marcas que puedan presumir de eso, aunque –se sabe– la historia grande de las pistas y los negocios no necesariamente van de la mano.
Tal vez el mayor problema de Maserati es la longevidad de sus modelos. Lo dio a entender Michael Manley, CEO de Fiat Chrysler Automobiles (FCA), grupo al que pertenece la italiana, durante una conferencia a la que asistió MiuraMag: “La media de vida de Maserati en los salones es de 8 años, no podés tener éxito con ese tiempo. El plan es que el ciclo vital de los productos sea más corto”.

No por casualidad en la marca hablan de rejuvenecimiento, y el plan que presentaron a nivel mundial hasta 2024 incluye trece flamantes modelos. Además, cada producto tendrá su versión completamente eléctrica. Los primeros “full electric” del tridente serán los nuevos GranTurismo y GranCabrio en 2022.

Otra novedad importante es el Grecale, un SUV mediano, más chico que el Levante y cuyo nombre refiere a un viento mediterráneo. Estará listo el año que viene y en 2022 tendrá su versión eléctrica.

La gama actual de Maserati la conforman los Levante, Ghibli (combustión e híbrido) y Quattroporte. Además de las novedades antedichas, el año que viene se suman los MC20 –hay cuatro unidades confirmadas para Argentina– y Levante híbrido; en 2022 los MC20 Spider y eléctrico, y en 2023/24 las nuevas generaciones de Levante y Quattroporte (combustión y eléctricos).

De esta forma, en 2024 la edad promedio de la gama Maserati va a ser de 1,7 años, una de las más jóvenes del mercado. Para ese entonces estiman que un 70% de las ventas serán SUV.

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Como el hotel que me tocó en suerte está en Bolonia, antes de que pase el transfer hacia el evento tengo tiempo de una escapada al centro de la ciudad. Chequeo qué colectivo de línea me tengo que tomar y allá voy, cuando para mi sorpresa veo que el colectivero viste ¡traje y corbata! Italia…

Apenas recupero internet, entra un WhatsApp de los organizadores del evento para recordarme el “dress code” de esta noche: ropa sin brillos ni colores estridentes, preferentemente camisa (no remera) y pantalón negro. Una marca italiana presenta un auto en Italia. Nada librado al azar.

Aunque Maserati está instalada en Módena, fue fundada en diciembre de 1914 acá, en Bolonia, por Alfieri Maserati junto con a hermanos Ettore y Ernesto. Pero no fue hasta 1926 que terminaron el primer auto diseñado y construido por ellos: el Tipo 26. Un bólido de carrera con el que, además, se dieron cuenta de que necesitaban un logo.

En su búsqueda de inspiración se toparon con la fuente de Neptuno, que está ubicada en la Piazza Maggiore de la ciudad, y a la que, casi sin querer, ahora tengo frente a mis ojos. Las tres puntas en dirección al cielo fueron reinterpretadas por otro de los hermanos, Mario, que era artista. Desde entonces el tridente decora las máquinas de la firma.

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Finalmente llega el momento de conocer al MC20. Locación: autódromo de Módena, pero convertido en el autocine más lujoso que haya visto, con 44 Maseratis (más las gradas). Traslado: el doble de buses que lo normal, para que las personas vayan separadas por al menos un asiento. Y antes, por favor, me llenan estos tres formularios referidos al Covid.

El evento es de proporciones dantescas (unas 500 personas), y la entrada parece la de un recital, pero ordenado. Hay diversos controles, acreditaciones, una estación para higienizarse las manos y, claro, la temperatura. 36,6 grados por aquí. Siamo dentro.
Entre pequeñas delicias de la vida en pandemia, algunas postales. Como las copas que se acercan a bocas con barbijos (puestos) y oh, risas incómodas. Otra es cómo el “buscar conocidos” trasmutó en un deporte que debería ser disciplina olímpica: identificar a gente que no ves hace mucho por su frente/pelo/ojos.

¿Será él? Y sí, parece. Tal vez cambió el peinado. Mmm, no estoy tan seguro. Por momentos todos me parecen personajes de Mortal Kombat.

De pronto un grito agudo, brutal y penetrante esfuma cualquier elucubración. Un Maserati MC12 (2004), un verdadero animal de la pista, musicaliza la velada pasando a fondo por la recta del autódromo, a metros de los invitados.
A algo de eso quiere volver el Tridente.

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“El MC12 es un auto de carrera que podía andar por la calle. El MC20 es un auto de calle listo para las carreras”, con esa definición Giovanni Ribotta, Diseñador Jefe de Exteriores de Maserati, explica la intención del nuevo súper auto de la marca. Ser bestial, pero también usable.

Como inspiración de diseño menciona al Birdcage Tipo 61 y al propio MC12. En las líneas del MC20 optaron por una vista lateral limpia y una imagen sin ornamentos superfluos. Sutileza en vez de estridencia. Lo que se ve cumple una función. Objetivo: máxima performance.

Más de dos mil horas en el túnel de viento de Dallara dieron como resultado un coeficiente aerodinámico de 0,38. Con un estudiado efecto suelo, no necesita de inmensos alerones para superar los 300 km/h con seguridad. Solo posee uno que se despliega a medida que sube el velocímetro.

Según explicó Ribotta, mientras que en la parte baja el diseño se hizo a un costado para priorizar la performance (chasis de carbono), en la superior tuvieron la libertad de crear superficies. La unión de ambos mundos (performance y diseño) se consuma gráficamente en la parrilla frontal.
Las puertas de apertura tipo tijera o mariposa son uno de los detalles más llamativos. Su diseño, aseguran, solo fue posible gracias a las últimas técnicas con fibra de carbono, pero además permiten un ingreso –siempre complicado en este tipo de autos– más fácil. Tecnología, belleza y funcionalidad.

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El MC20, al hueso.
Peso: 1500 kg. Potencia: 630 CV. Relación peso potencia: ¡2,33 kg/CV!
Transmisión: automática de doble embrague y 8 marchas. Tracción: trasera.
0 a 100 km/h: 2,9 segundos.
0 a 200 km/h: 8,8 segundos.
Velocidad máxima: 325 km/h.
Competencia, tome nota.

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Al día siguiente del debut en público conocimos la fábrica del MC20 y el Innovation Lab, el centro de investigación, desarrollo y ensayo de las últimas tecnologías de la marca, incluido el simulador dinámico y la división Folgore, la responsable de la electrificación de la marca.

Un lugar espectacular, tanto como la 250F que, junto a un Eldorado y un Birdcage Tipo 63 nos reciben en la puerta de la fábrica. Uno de los mejores autos de la F1. Lo que se dice alardear de tu historia. En el aire, el Chueco de Balcarce.

Más de sesenta años después, más del 90% de los ajustes dinámicos para el MC20 se realizaron en un simulador de altísima tecnología. Allí el piloto puede probar 50 “setups” por día, elegir el mejor y luego testearlo en la pista con el auto real.

“Queríamos un auto con capacidad de pista increíble, y que a la vez se pueda disfrutar en el día a día. Si vos le decís eso a un ingeniero te va a decir es imposible”, resume Federico Landini, responsable del MC20. Su entusiasmo es visible, asegura que lo lograron.

Resta un breve paseo por Módena. Hay que hacer zoom out en Google Maps para visualizar el famoso “Valle del Motor”: además de Maserati, en un radio de veinte kilómetros está Ferrari (Maranello), Lamborghini (Sant’ Agata) y Pagani (San Cesario sul Panaro). Banderita argentina por ahí.

Si los autos te mueven algo, pisar Módena es una experiencia casi religiosa. A esta tierra le debemos muchos de los mejores pósters de habitación. Leyendas sobre ruedas que contribuyeron a que un auto sea, también, un canal de emociones. Calles por las que caminaron Enzo Ferrari, Ferruccio Lamborghini y Alfieri Maserati. Piel de gallina.

Paseamos entre locales de productos típicos –aceto balsámico, vino lambrusco– hasta llegar a la histórica Piazza Grande de la ciudad. Allí un MC20 inmaculado se exhibe e impacta. La gente se acerca, saca fotos, graba videítos y algunos, más grandes, hasta cuentan historias de la marca.

Un joven en bicicleta mira de reojo sin prestar mucha atención y suelta: “McLaren”. Para qué. El representante de la marca, saco azul y barbijo con tridente, le lanza una mirada fulminante y corrige amablemente: “Maserati”.
El pibe frena, baja de la bicicleta, agranda los ojos y estira cada palabra: “Bellezza di macchina”.

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