LOS 10 AUTOS DE MARU BOTANA

Fue el auto con el que aprendí a manejar. Nosotros somos tres hermanos y nos lo regalaron a los tres. Pero era del tipo “comunitario”: había que pedir turno. Mis hermanos son más grandes, así que antes usaban un poco el auto de mi papá (alguna que otra vez se lo sacaban a escondidas). A mí me parecía re divertido manejar y, a pesar de que intenté aprender a manejar con mi papá, mis hermanos me terminaron enseñando porque él era medio heavy. Igual no me dieron mucha bolilla, así que cuando agarré un poco de confianza cargaba a alguna amiga medio kamikaze y me “tiraba a la aventura”.

Yo acababa de empezar en Utilísima el programa Todo Dulce, que fue el primero que hice. Entonces, me invitaron al programa Sábado Bus, que además era el primer programa de aire al que me invitaban. Imaginate, ¡Nico Repetto! Había un montón de gente famosa, y entre todos esos estaba yo, re nerviosa sobre qué me iba a preguntar. Bueno, para el juego había que sacar una bolilla y después tirar el corcho. Quedo con Marcela Tynaire, ¡pero me doy cuenta justo antes del corte! Yo no había ensayado nada… me dijeron “vos poné el brazo como muerto, hacé todo el movimiento con el brazo en la misma posición”. Hice tal cual en los tres tiros ¡y me gané el auto! La verdad me vino genial porque no tenía auto en ese momento.

La tengo desde el 2008 y me dio re resultado. Más allá de la ventaja para mí de tener muchas plazas, le sirve hasta a mis hijos ya que, por ejemplo, el más grande se va a bailar con todos los amigos en la Kia. Además, a mí me da mucha tranquilidad porque es como chancha, no corre, van todos juntos… Bernie la quiere vender pero yo le digo ¡no la vendamos, dejala así como está!

Fue el auto que tuve antes de la Carnival. ¡La recuerdo muy bien porque se me inundó! Vivía en Camino Real y me agarró una tormenta re fuerte. Yo tenía a Santi –siempre hay un embarazo de por medio en lo que me pasa– recién nacido y se me inunda la Zafira. La veía por la ventana que navegaba… después de eso la arreglé, pero en cuanto pude me la saqué de encima.

Es el otro auto que uso. Bernie lo eligió porque la Kia es muy grande, difícil de estacionar y poco práctica en la ciudad. El porbre Corolla sufre bastante con los lomos de burro de zona norte.

Bernie tiene una Hilux que usa para el campo y que siempre va renovando. Pero además tiene una viejita que viene con una historia especial atrás: en uno de los viajes, Bernie tuvo un accidente y terminó a un costado de la ruta con la camioneta destrozada. Por suerte no le pasó nada, así que fue a un concesionario en 9 de Julio y tenían a esta Hilux viejita a la venta; era de las cuadraditas, esas que quiere todo el mundo. Se la compró, y ahora se la dio al más grande –está por cumplir 19– que está chocho porque la está reformando de a poco, le puso ruedas más grandes y todo eso. Además, creo que le re garpa con las chicas la camioneta.

Me encanta la Kombi de VW. No solo la clásica, sino que además me gusta mucho la nueva que se mostró en Europa. ¡Me la re imagino con la tablita de surf! En general, me gustan los autos grandes.

Es un chiche, divino. Me lo prestaron por un tiempo y tuve la oportunidad de manejarlo bastante. Realmente lo disfruté mucho, pero tuve la desgracia de que me afanen. Estaba embarazada de Juani, (que ahora tiene 9 y es fanático de los autos). Igual, más allá de este recuerdo, lo veo al auto y lo re quiero, es como muy lindo.

Nos solo es el auto que me gustaría tener, sino que estoy esperando que me lo entreguen (risas). Toyota siempre me gustó como marca, y a Bernie también es la marca que más resultado le da. El service es buenísimo, es rápido, te atienden bien, no es excesivamente caro. Además, cuando me la prestaron para probarla me resultó muy cómoda y me sentía super contenida; no es lo mismo vivir en Capital que vivir en zona norte y agarrar la Pana todos los días.

Por desgracia, he tenido algunos choques; pero afortunadamente nunca hubo nada que lamentar más allá de los daños materiales. Uno de ellos fue cuando estaba embarazada del tercero (¡ocho meses!). Iba en la Picasso con mis otros dos hijos, que tenían dos (Lucía) y cuatro (Agustín) años en ese momento. Por esas cosas de la vida a Lucía no se le ocurrió mejor idea que vomitar adentro del auto. Entonces, Agustín se quiso pasar adelante porque el asiento trasero, bueno… la cosa es que me distraje y ¡pam! Le di al auto que estaba adelante, con airbags que saltaron y todo. El dueño del auto creo que me quería matar, pero cuando vio que estaba embarazada, él y todo el mundo que estaba circulando se asustaron más que yo. De milagro, justo pasaba la directora del jardín de los chicos y cuando vio la situación los subió a su auto y los llevó al hospital. Cuando vino la ambulancia me dijeron que se rompió la placenta, así que me llevaron de inmediato al sanatorio Mater Dei porque había que iniciar sí o sí los trabajos de parto. En ese momento la situación fue un caos, pero por suerte el parto salió bien. Creo que Matías le debe bastante a la seguridad de la Picasso. (risas)